lunes, febrero 05, 2007

Crónicas de la Jauría

Hola gente!! Les entrego el sexto capitulo de mi Saga. Disfrutenlo!!

6 – El Carnicero de Burngerhorn

El grupo de cuatro guerreros caminaba a cansados pasos a través del terrible clima que azotaba el Desierto de las Dunas Blancas. Zagra y Loen ya se habían quitado de encima las pesadas capas de lobo y león que usaban para cuidarse del clima, pues les hacían sudar más agua de la que lograban ingerir en los efímeros descansos que se daban. Marchaban hacía el este desde hace ya cuatro días, se habían cruzado ya con tres diligencias reales, las cuales les habían dado provisiones suficientes para llegar hasta la Guarnición Krass, Thomas les había dado cartas escritas directamente para Lord Durnholl, el lord regente del norte, segundo al mando sólo al Emperador Andrar, con esperanzas de que el problema de Arclentari se arreglara. Ya se habían cruzado con varias docenas de salteadores de caminos y habían vencido a todos. Loen y Thomas siempre les mataban y remataban a los que Zagra e Iksa dejaban vivos, puesto que los dos últimos trataban de nunca matarlos, pero Loen y Thomas compartían la opinión de que si estaban muertos podrían dormir tranquilos esa noche. Tormentas de arena les azotaban día y noche, había veces que las dunas por las que transitaban empezaban a hundirse y debían cambiar de rumbo y otras veces en las que perdían de vista las montañas y daban vueltas en círculos hasta que las volvían a encontrar. El Desierto proporcionaba una defensa natural infranqueable para el Emperador y sus tropas, pero para la pequeña banda de guerreros representaba una muerte segura. Cuando la noche del cuarto día cayó, los cuatro se sentaron al lado de una pequeña fogata que Loen logró avivar; Iksa y Loen fumaban tranquilamente de sus pipas un poco de tabaco.
-Llevamos ya demasiado tiempo viajando hacía Krass- dijo Zagra- ¿Cuándo se supone que llegaremos?- sacó su capa de su zurrón y se arropó con ella, en la noche, el frío era brutal en el desierto- ya me estoy cansando de comer pan seco y racionar mi agua.-
Sus compañeros le miraron de soslayo mientras ingerían la pobre comida que les tocaba a cada uno: un trozo de pan seco y duro y unos cuantos tragos de agua. El desierto acabaría pronto con ellos de no encontrar el camino a Krass lo antes posible. Zagra se sumió en sus pensamientos y pronto empezó a dormitar. Loen e Iksa terminaron de fumar afablemente sus respectivas pipas y conversaron unos minutos sobre Arclentari, el tema que había sido objeto de sus charlas los últimos tres días; ellos, al igual que Zagra, comenzaron a dormitar después de un rato. Fue Thomas quien se ofreció a ser vigía para que los demás durmiesen bien esa noche. Desvió la mirada de la fogata, la cual habían decidido dejar prendida pues las criaturas del desierto podían ver en la oscuridad y ellos no, de esta manera, conservaba su visión nocturna al no cegarse por las llamas del fuego. Era una noche tranquila, las arenas del desierto parecían no proponerse agitarse esa noche y Thomas bebía tranquilamente un poco de agua extra que le tocaba por hacer guardia, probablemente la razón que tuvo para querer hacerla, a la vez que se arropaba con una raída capa de viaje. La noche avanzó mientras Thomas mantenía una fiera guardia, pero con el paso del tiempo, entró en la duermevela y dejó de guardar tan bien su lugar de reposo, de haberlo hecho, probablemente se habrían ahorrado mucho sufrimiento.

Zagra caminaba de nuevo a cuatro patas, vagaba por el bosque en un alegre trote lento a la luz de la luna llena. Seguía el rastro de una pequeña liebre que llevaba ya cazando varias horas y la adrenalina de la caza le entusiasmaba; aunque se había estado sintiendo perseguido desde hace rato, no había logrado captar nada en el viento con su agudo olfato, así que dejó de importarle después de un rato. La liebre ya llevaba rato huyendo de Zagra, pero el Lobo sabía que tarde o temprano se cansaría y sería suya, ya podía saborear la dulce carne del animalejo, su sangre tibia y dulce vertiéndose en su garganta, el sonido de sus vértebras al tronarse bajo la presión de sus colmillos, sentir cómo la vida del animal se escapaba de su cuerpo para entrar en el de Zagra, en fin… el Lobo ya saboreaba la caza. De pronto entró en unos pequeños matorrales y avistó por fin a su tan ansiada presa justo del otro lado. La liebre se estaba limpiando el rostro con movimientos entrecortados, aún estaba agitada y tenía los sentidos agudizados esperando que llegara su cazador. Zagra se tensó de inmediato y avanzó lentamente hacía su presa, un paso tras otro, arrastrándose sobre su pecho, cuando estaba a tan sólo unos metros de poder saltar sobre su presa, un tremendo rayo naranja se le cruzó y la liebre desapareció. Zagra se sobresaltó ante tal cosa, pero de inmediato se vio en la búsqueda de lo que le había robado a su tan ansiada presa. Corrió a través del bosque siguiendo un rastro de sangre, presumiblemente de la libre, hasta que llegó a un claro donde se encontraba lo poco que quedaba de ésta. Siguió el rastro carmesí que había dejado el atacante hasta que se perdió en unos arbustos, pero los arbustos prontamente empezaron a moverse alrededor de Zagra, como si algo enorme se moviera entre ellos. El Lobo miró atentamente a ellos hasta que logró distinguir un par de ojos pardos entre las hojas; los ojos le miraron atentamente, hipnóticamente, hasta que Zagra salió de su ensimismamiento y encaró a las sombras que había en el arbusto.
-Estás muy lejos de tu hogar, joven lobo- dijo la bestia con una voz grave- deberías volver a casa antes de hacer problemas ajenos propios.-
-Los problemas que haga propios son míos para hacerlos- dijo Zagra- yo seré quien los resuelva.-
-Un lobo no puede cambiar sus hábitos, no puede aprender nuevos trucos… ¿En verdad crees que en cuanto sepan qué eres no se alejarán de ti?-
-Cuando llegue el momento, se alejarán de todos modos, no veo por qué temer lo inevitable.-
-No puedes aplazar lo impostergable, no puedes detener lo inevitable- en ese momento, la bestia abrió sus fauces. Zagra vio dentro de ellas y sólo pudo ver sombras y oscuridad eternas, tembló- vuelve a casa, lobo extraviado, antes de que te quedes atrapado en la trampa del cazador.-
-Así sea- dijo Zagra en tono desafiante- no temo a ningún cazador.-
-Me temerás a mí, estúpido insensato- dijo la bestia, y rugió.

Zagra se despertó bañado en sudor sólo para ver cómo Thomas se acercaba apresuradamente a él y sus dos compañeros.
-Zagra- lo zarandeó el muchacho con un ceño de preocupación en su rostro- hay algo allá afuera.-
-Tranquilo, muchacho, tranquilo- le espetó Zagra aún adormilado- ¿qué demonios es?-
-No lo sé- contestó Thomas- son ruidos y nada más- y se alejó a despertar a Loen e Iksa.
Zagra se puso de pie y volteó hacia todos lados en busca de agresores, sin hallarlos. Se desperezó y se levantó del frío suelo arenoso del desierto; habiéndose puesto ya la capa encima, se acercó a sus tres acompañantes. Loen aún parecía dormido, aunque estaba de pie y arreglándose su propia capa; Iksa se veía alerta, pero no preocupado; en cambio, Thomas era un amasijo de nervios.
-¿Y si son bestias del desierto?- preguntó- he oído que hay gusanos de arena y escorpiones gigantes en el desierto.-
-Los hay- aseguró Iksa- pero éstos no son sus terrenos de caza, sea lo que sea, camina a dos patas.-
Los cuatro compañeros levantaron el pequeño campamento y se aprestaron para marcharse. Si continuaban la marcha toda la noche, llegarían a la guarnición Krass justo en el ocaso. No era una promesa alentadora si se tenía en cuenta que cada día dormían menos y se cansaban más, pero debían llegar antes de la próxima noche. Debían hacerlo.
Una vez que todos estaban listos, partieron de nuevo hacía el este y, aunque la amenaza de lo que fuera que fuese que había alertado a Thomas seguía en la mente de todos, iban con paso confiado, firme y constante.
No muy lejos de donde habían partido, Zagra se rezagó lo suficiente para ponerse a la altura de Loen, quien cerraba la marcha.
-No reacciones- empezó Zagra- nos han estado siguiendo desde que dejamos el campamento.-
-¿Por qué no nos lo habías dicho?- inquirió Loen, sin voltearle a ver.
-Quería estar seguro de que nos seguía- dijo Zagra sin más explicación- nos atacarán prontamente, ¿sabes? Iksa y Thomas estarán desprevenidos, pero quiero que tú no lo estés, ten la mano cerca de tus mazos, ¿de acuerdo?- y se alejó del león.
Loen se le quedo viendo a Zagra unos momentos; él no había visto u oído nada en todo el trayecto, y pensó que tal vez sólo eran locuras de Zagra, aún así, mantuvo la mano cerca de sus mazos. Sin embargo, Loen pensó en por que Zagra siempre se mantenía al margen de la lucha, siendo tan fácil sacar a sus atacantes de las sombras. Ensimismado en sus pensamientos, no percibió que detrás de él se movía alguien.
Los salteadores atacaron no mucho después de que Zagra se alejara de Loen, saltaron desde detrás de unas pequeñas piedras que se levaban hacia el cielo. Eran quince. Iksa no contaba con arma alguna además de sus puños, pero aún así logró apañárselas con tres hombres al mismo tiempo. Thomas y Loen estaban acorralados entre siete más, pero eran lo suficientemente capaces de encargarse de ellos. Zagra se encontraba solo contra cinco salteadores; se quitó la capa del hombro izquierdo para que no le estorbara a la hora de usar su espada y desenvainó su cuchillo dentado, y se lanzó a la refriega.
Iksa había dejado inconscientes a dos de los tres hombres con quienes luchaba, pero el tercero le estaba dando problemas debido a las múltiples lanzas que llevaba consigo, Loen y Thomas habían dado cuenta ya de cinco de los siete hombres y Zagra se había despachado ya a tres de sus atacantes, los otros dos estaban al borde de huir cuando Iksa soltó un bramido de dolor. Zagra giró y vio que su amigo estaba siendo atravesado por una de las lanzas del hombre, no veía bien en que parte la tenía clavada, pero no le importó, su amigo estaba en problemas, y su ira lo dominó. Zagra cargó contra el hombre bramando a su vez mientras colocaba su arma detrás de él, para cortar verticalmente, en pocos segundos alcanzó al sorprendido salteador que atacaba a Iksa, quien trató de ensartar a Zagra en una de sus lanzas también, sin éxito alguno. Zagra salvó la distancia que quedaba entre él y el salteador con un tremendo salto, elevó su espada al aire y la descargó sobre el cráneo del atacante. La espada de Zagra se deslizó a lo largo del hombre como un cuchillo caliente a través de la mantequilla, el hombre se dobló en un borbotón de sangre y vísceras y cayó partido en dos. Los tres asaltantes que quedaban vivos y conscientes emprendieron la huida. Loen y Thomas, aunque aturdidos por semejante acto de salvajismo, remataron a los heridos. Zagra se quedó viendo al charco de sangre que segundos antes había sido un hombre, se volteó a ver a sus acompañantes, su mirada enloquecida.
-¿Están bien?-inquirió.
-Lo estamos- dijo Loen por todos.
-Bien- dijo Zagra, y se giró a ver de nuevo al charco de sangre.
Detrás de él, Thomas cayó desmayado.
-Recógelo, Iksa- dijo Zagra, indiferente, aún viendo el charco- debemos llegar a Krass.-
Iksa se lo puso al hombro y, junto con Loen, anduvo todo el camino detrás de Zagra.

Thomas se despertó justo cuando entraban en Krass y el sol se ocultaba, los guardias parecían haberlo reconocido y les permitieron el paso para atenderlo. Loen e Iksa no habían cruzado palabra con Zagra desde el incidente. El médico del lugar recostó a Thomas y le atendió, pidiéndoles a los otros tres que se retiraran del pabellón médico.
-Les agradezco que hayan cuidado de Lord Thomas- dijo un hombre maduro, de barba entrecana, a los tres guerreros justo hubieron salido.
-Es un amigo- dijo Iksa- es lo menos que hubiésemos hecho por él.-
-Amigos de Lord Thomas, ¿huh?- inquirió el caballero- me parece que no nos han presentado, mi nombre es Ismund Derant.-
-¿El General Supremo del Emperador?- inquirió Iksa.
-En efecto- aseguró Ismund- sólo que mi título es Cidero, no General, subí de rango hace mucho tiempo.-
-Cidero- dijo Zagra, sin voltearse a encarar al hombre- eso significa que has ganado una batalla cuando se te creía muerto, ¿me equivoco?-
-En efecto- sonrió Ismund- gané la última batalla de la Guerra Negra cuando se me creía muerto, sólo que en realidad estaba sin sentido.-
-Y tirado en tu cama mientras tus hombres morían y tú te bañabas de gloria, ¿me equivoco?- dijo Zagra.
-¿Quién eres, muchacho?- dijo Ismund, indignado- muéstrate.
Zagra se giro, exasperado, a encarar al anciano caballero.
-Me llaman Zagra- dijo- mis compañeros- y señaló a Iksa y Loen- Iksa Nazar y Loen Leoncoeur.-
-¿Zagra?- dijo Ismund, sin prestar atención a los otros dos- ¿Zagra Matatrolls?-
-¿Me conoce, anciano?- inquirió Zagra.
-Nunca nos han presentado, pero he oído de ti- dijo Ismund- vienes de las tierras del Sur, ¿no es así? El vagabundo ladrón.-
-Ladrón sería exagerar- dijo Zagra- vagabundo, bien, todos vagamos alguna vez en esta vida, a menos que finjamos estar muertos, por supuesto.
Ismund le lanzó una mirada asesina.
-Buscaré donde podamos pasar la noche, amigos- dijo Zagra, dispuesto a marcharse.
-No tienes por qué- dijo Ismund- pasarán la noche en la barraca siete, junto con Lord Thomas- Zagra le miró una vez más, y se marchó.
-No deberían viajar con gente de esa clase- dijo Ismund a Loen e Iksa cuando Zagra se perdió de vista- sólo traen malos augurios con ellos.-
-¿A qué se refiere?- inquirió Iksa.
-¿No lo saben?- se sorprendió Ismund- ¿nunca han oído hablar de Burngerhorn?-
Iksa y Loen lo negaron.
-Bien- dijo Ismund- parece que tendré que decirles con qué están viajando.-

Entraron en los aposentos de Ismund, una enorme y apacible habitación en el fortín en cuyo centro crepitaba un enorme fuego; había comida y bebida digan de un marqués en ese lugar, y tanto Loen como Iksa comieron hasta saciarse. Cuando la noche ya estaba avanzada y Loen había dado santo y seña de todo lo que había sucedido desde que Zagra y él partieron de Río Negro, omitiendo por ignorancia el hecho de que había trolls parlantes armando una guerra, Ismund les contó lo que él sabía de Zagra.
-Es un asesino- puntualizó sin más- en el sur se le conoce muy bien, y Más Allá del Sur se le sabe como el peor mercenario con el que uno se pueda cruzar. ¿Han oído hablar de Burngerhorn?- Loen e Iksa dieron negativas- Una hermosa metrópoli- dijo Ismund- ancha y vasta como Río Negro, capital de un pequeño reino al sur del nuestro. Su joven compañero tiene un titulo muy peculiar que se relaciona con tal ciudad. Le llaman el Carnicero de Burngerhorn- esperó a ver cómo surtían efecto sus palabras.
-No creo que haya nada de malo con ser carnicero, lord Ismund- dijo Iksa, Loen le propinó un tremendo coscorrón y continuó- no creo que Zagra tenga capacidad de hacer una carnicería.-
-No lo creas sino lo quiere creer- dijo Ismund- el hecho es que tu amigo asesinó, a saber de rumores nunca comprobados, aunque no exagerados, a más de setenta y ocho personas en ese lugar. Cuentan que incluso cortaba a los muertos aún a sabiendas de que lo estaban, dicen que se le perdía la mirada mientras los mataba, que podía cortar sin esfuerzo a un hombre por la mitad si se le venía en gana- Loen e Iksa se miraron, recordando- aunque por supuesto, eso es sólo un mito nacido del miedo, dudo que un hombre como tu, Iksa, pueda rebanar a un hombre por la mitad, mucho menos alguien tan menudo como Zagra. En todo caso, se le dio el ultimátum Raubrosiano, que consiste en amnistía por sus actos a cambio de su abandono del reino. Y huyó como perro entre las patas, pues decenas de mercenarios fueron contratados para matarlo y cobrar venganza, nunca lo hicieron, por lo que veo.-
Loen meditó un poco sobre lo que acaba de oír- Me niego a creerlo- dijo sin más.
-Yo tampoco lo creo- dijo Iksa- es demasiado amable, demasiado tonto, me atrevo a decir, para ser todo eso que usted dice.-
-¿No ha hecho nada… fuera de lo común?- inquirió Ismund.
-Nada- dijo Loen, sin permitir que Iksa hablara- no desde que le conozco, al menos.-
-El hecho de que le haya faltado al respeto no implica…-comenzó Iksa.
-Esto no tiene nada que ver con eso- le atajó Ismund- su amigo es un asesino y no puede quedarse aquí.-
-¿Y a dónde se supone que vayamos?- dijo Loen indignado- ¡no hay un solo pueblo cerca de aquí!-
-Al Bosque Eterno, no me importa en verdad- dijo Ismund, impaciente- sólo que los quiero fuera de mi fuerte. Pueden retirarse.-
Loen e Iksa se pusieron de pie, el primero, fúrico; el segundo, dolido. Se acercaron a la puerta y, justo cuando la iban a cruzar, Ismund les llamó.
-Loen, Iksa- dijo- los quiero fuera de Krass, antes del atardecer de mañana.-
Y salieron.

Loen e Iksa se dirigieron a la barraca siete, donde dormía su amigo. Taciturnos, no discutieron lo escuchado en toda la noche. Al llegar a su cuarto, vieron a Zagra dormido, roncando a pierna suelta y apacible. No podían imaginar que alguien como él fuese un asesino. Sin embargo, esa misma mañana lo habían visto destrozar a un hombre sin esfuerzo…
La mañana llegó tan rápido como la noche vino, y Zagra se desperezó con desgana.
-Ismund nos quiere fuera lo antes posible- dijo Loen, sin verlo.
-¿Por qué?- inquirió Zagra- no nos podemos ir sin Thomas.-
-Por qué así lo quiere Ismund- dijo Loen, aún sin voltearle a ver- Thomas de todos modos se iba a quedar aquí, ¿recuerdas? Lo podremos ver antes de irnos.-
-Prepárate y sal en cuanto estés listo- dijo Iksa- estaremos haciendo los preparativos.-
Y salieron de la cabaña.
Zagra arregló las pocas cosas que traía consigo y las guardó en su zurrón, no tardo mucho en seguir a sus amigos.
Iksa y Loen lo esperaban en el pabellón médico, junto a la cama de Thomas. Le habían explicado ya su razón de partida y demás a su joven amigo.
-No puede ser- había dicho Thomas- déjenme hablar con lord Ismund y arreglaré esto.-
-No tiene por qué, amigo- dijo Loen- de todos modos hemos de partir, ya nos han preparado raciones de comida suficientes y pues… sólo veníamos a decir adiós.-
-Suena mejor hasta pronto- abordó Zagra a sus tres amigos, y tendió una mano a Thomas, quien yacía en cama aún. Thomas se la estrechó con ambas manos y sonrió.
-Te habría acompañado hasta el fin del mundo Zagra- dijo con una sonrisa- pero hasta aquí llega el mundo que conozco, lamentablemente.-
-Lo sé, amigo, cuídate- dijo Zagra afectuosamente.
-Tiene quien lo cuide- dijo Iksa, poniendo un brazo alrededor del cuello de Zagra.
-¿Y quién te cuidara a ti, grandote?- dijo Thomas, con una sonrisa triste- ohh… váyanse antes de que me ponga peor- dijo- no me gustan las despedidas.-
-Nos volveremos a ver- dijo Loen- no sé cuando, dónde ni por qué, pero lo volveremos a hacer, amigo mío.-
Todos abrazaron a Thomas, y partieron.
No muy lejos de Krass, Zagra propuso marchar a través del Bosque Eterno, pues conocía una gran metrópoli al otro lado. Iksa y Loen, aunque reacios, aceptaron el rumbo.
Zagra abrió la marcha. Iksa le siguió de cerca y Loen se rezagó, empezando a desconfiar de su amigo. Puso la mano en su gladius, que aún no sabía blandir, y la quitó de inmediato de ahí. No seas tonto- se dijo- no es como si fuese a matarte sólo por que sí en pleno día- sin embargo hubo algo que lo hizo cambiar de parecer, tal vez fue el modo en que los ojos de Zagra brillaron cuando se giró a verlo y la luz brilló en ellos justo antes de entrar en la negrura del bosque o tal vez fue simplemente el recuerdo de cómo Zagra partió en dos a aquel hombre, Loen no lo supo jamás, pero su mano volvió a posarse en la empuñadura del gladius. Y no se movió de ahí hasta el anochecer.
Aunque los Lobos siempre cazan al anochecer.

2 Comments:

Blogger Rodrigo said...

Tranquilo Battusai...jajaja, seguiré viendo la evolución de tu historia. Aunque es obvio que te dicen así por lo de la carnicería. ¿cuántos le pongo doña?.

Martelius.

8:11 p.m.  
Blogger IkSa said...

Jajaja no mames, cuantos cuesta el kilo de espaldilla de res?
jajaja wey te la mamaste me gusto el final sobretodo la verdad esta chido. Pero eso si bajale a tu pinche personaje, no te proyectes tan cabron, jaja. Al rato vas a decir que tambien zagra era capaz de hacer el hame-hame-ha tenia en su brazo a excalibur, podia lanzar telaranias, escalar paredes, volar, le decian peter parker en su otra vida, poseia un sable laser, poderes jedi, comandaba a los nazgul, tenia el anillo unico (pero lo perdio en una apuesta contra Sauron) y que ademas poseia la armadura de pegaso
NO MAMES jajaja fuera de eso va chida la historilla jaja

5:54 p.m.  

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