jueves, noviembre 16, 2006

Crónicas de la Jauría

Hola gente, el capítulo 3 ya esta terminado!! YEAH

3 – Por colmillos y garras

Zagra estaba despellejando tranquilamente el conejo que había atrapado con su afilada daga de viaje que siempre traía consigo, de hoja serpenteante y dentada. Aunque no había diferencia entre el día y la noche en el bosque si uno se fijaba en la luz, puesto que la oscuridad era absoluta en todo momento, Zagra sabía que era de noche debido a que los animales nocturnos ya empezaban a salir de sus guaridas a cazar. Del otro lado del claro donde acampaban, Loen hacía lo suyo con su propio conejo, sólo que él había cercenado las patas del conejo y las había colocado en su zurrón. Zagra se encargaba de colocarle las especias a su cena con cuidado, puesto que no le quedaban muchas y quería cuidarlas al máximo. Habían reunido algo de leña seca y encendido un fuego que apenas se avivaba, puesto que el aire en la zona estaba viciado y no era propicio para un gran fuego. Zagra había dispuesto dos ramas a modo de poder clavar los conejos en una tercera y asarlos, pero Loen parecía querer tostar el suyo en cambio. La pareja de guerreros se sentó en extremos opuestos para cocinar sus respectivos conejos, el de Zagra se asaba lentamente mientras le hacía girar periódicamente; el de Loen se tostaba a fuego y carbón mientras lo sostenía, meditabundo. Fue Zagra quien al fin rompió el pesado silencio.
-¿Cómo dijiste que te llamabas, amigo?-
-Jamás te lo dije- fue la seca respuesta de Loen- y no soy tu amigo.-
-Sease como fuere- dijo Zagra, ensanchando su sonrisa- me agradaría saber con quien camino.-
-Loen- dijo el León- Loen Leoncoeur- y cerró la boca con poca intención de volverla a abrir.
Zagra rebuscó en su propio zurrón y extrajo una botella que había “adquirido” de un comerciante ambulante.
-Sabes, si no podemos romper el hielo- dijo mientras destapaba la botella- al menos podemos ahogarla- y, después de dar un largo trago, arrojó la botella hacia Loen, quien la cachó con una mano mientras sostenía su conejo en la otra. Miró detenidamente a Zagra a los ojos y, después de suspirar, dio un largo trago a la botella.

La botella estaba vacía y tanto Zagra como Loen comían ávidamente sus respectivos conejos, el ligero alcohol les había soltado un poco más la lengua y ya hablaban entre sí como amigos, contándose cómo habían terminado cada quien y cada cual en el coliseo. Loen había sido vendido como esclavo hacia tiempo, y había escalado posiciones gracias a su innata habilidad para el combate. Pero lo que en verdad anhelaba desde hacía mucho era la libertad, aunque jamás en verdad había tenido un rumbo ni razón alguna como para dejar su vida de gladiador atrás. La pena de muerte que le habían impuesto había sido justo el incentivo que necesitaba para obtener su libertad. Zagra, por su lado, le contó que se había embarcado desde sus 16 años para conocer el mundo y convertirse en un mercenario y guerrero legendario. Los conejos se habían terminado demasiado pronto y los guerreros descansaban. Loen extrajo de su zurrón una pipa de madera y arrancó algo de pasto del suelo, lo acomodo en la pipa, y la encendió; Zagra le miró extrañado, pero guardó silencio mientras extraía dos botellas más de su zurrón y lanzaba una a Loen.
-Dime- dijo Loen, después de exhalar una gran fumarola- ¿cómo es que llegaste hasta este perdido páramo del Creador si vienes de tan y tan lejos?-
-No lo sé en realidad- contestó Zagra- simplemente quise viajar lejos, conocer todo aquello que de otra forma no conocería, visitar lugares de leyenda, medirme con los mejores del mundo…-
-Y huir del pasado- terminó Loen por Zagra.
-¿De qué hablas?- inquirió Zagra- no huyo de algo.
-En tus ojos veo que huyes del pasado- sentenció Loen- y que deseas ser más que un campesino; te daré un consejo: ten cuidado, pues los sueños son más peligrosos incluso que aquellos que desean verte muerto.-
Guardaron un sepulcral silencio, se vieron intensamente a los ojos, y prorrumpieron en sonoras carcajadas. Estaban ebrios.
Con torpes pasos, Zagra se arrastró hasta las raíces de un viejo roble, mientras Loen hacía un tanto a varios metros de ahí. Dejaron la fogata a morir sola, junto con el fuego de la pipa. El joven Lobo empezó a entrar en la vigilia, entre el sueño y la conciencia, pensando en por qué en verdad se había alejado tanto de su pueblo natal. A su mente llegaron imágenes confusas de varios hombres siendo descuartizados por un muchacho enloquecido, pero Zagra no pudo llegar a reconocer al guerrero, pues el sueño le venció.

Zagra caminaba por un valle cálido en medio de su soledad. Iba a cuatro patas, con el hocico abierto y jadeaba aunque no tuviese calor; avanzaba con un trote corto pero constante. No tenía rumbo ni sentido salvo aquel que el instinto le dictaba, y en ese momento deseaba beber. Se encamino por una estrecha senda hasta donde olía agua y, al acercarse a un lago, empezó a jadear aún más y realizó una pequeña carrera hasta la orilla, donde hundió el rostro y lengüeteó todo lo que pudo hasta saciar su sed. Cuando abrió los ojos, recibió un susto tremendo, pues le devolvió la mirada un lobo gris, con los ojos tan negros como la noche, un hocico largo repleto de afilados colmillos y orejas largas y afiladas. De la noche surgió un largo y melancólico aullido; Zagra alzó la vista y se encontró cara a cara con un majestuoso lobo blanco como la misma Luna, de ojos amarillos y colmillos tan blancos como su pelaje, Zagra parecía un perro callejero en comparación de tan majestuosa bestia. El Lobo Blanco bajó el hocico y bebió tanto como Zagra, alzó su rostro y le clavó la fría mirada a Zagra, quien quedó inmovilizado.
-Tu tiempo se ha terminado, hijo de la noche- dijo el Lobo Blanco, ladrando palabras que no habían sido hechas para una garganta lupina- el viento ya trae la muerte y desolación de las tierras lejanas.-
-Yo no soy quien para volver allá- dijo Zagra- lo hecho, hecho está- bajó el rostro y agregó- ya no soy bienvenido en esas tierras.-
-Debes hacerlo- dijo el Lobo Blanco- debes enmendar lo hecho y rehacer lo deshecho.-
-Yo no tengo la fuerza de hacer tales cosas- se excusó el joven Lobo.
-Entonces deberás hallar aliados, aquel cuya carisma atraiga a las masas; aquel cuya fuerza mueva montañas; aquel cuya inteligencia sobreviva al tiempo; aquel cuya destreza engañe ojo y mente. Debes hacerlo, con colmillos y garras.
Dicho esto, el Lobo Blanco aulló una vez más a la Luna, y desapareció.
Zagra despertó bañado en sudor con la cabeza apoyada en la raíz de un viejo roble, se enderezó y se enjugó el sudor con la capa de lobo que traía como cobija; miró atentamente la capa, y la arrojó lejos de sí. Para conjurar los malos sueños, pensó.

Zagra se despertó al alba, o al menos lo que debería ser el alba en tan oscuro bosque, y se desperezó al instante, descubrió que tenía erizada la piel debido al frío que le produjo la humedad del bosque e inmediatamente se acercó a su raída capa para protegerse del frío. Tropezó con una raíz salida y cayó de bruces sobre la capa, la tomó entre sus dedos y se empezó a poner de pie con su brazo diestro, de repente una punzada de dolor agónico le recorrió el cuerpo entero y recordó la dolorosa mordida del león del coliseo. Se sonrió amargamente y se levantó usando su otro brazo; buscó a Loen en el claro con la poca luz que filtraban las hojas, pero no lo halló en ningún lado, aunque sí a sus cosas y un conejo asado ensartado en un recién apagado fuego. Zagra lentamente se acercó al conejo y empezó a devorarlo ávidamente. Estaba ajustándose su capa mientras recordaba cómo la había conseguido, una historia en verdad extraña y bastante dada a engrandecerse, pero una historia interesante al fin y al cabo, cuando de repente Loen entró al claro con un tercer zurrón al hombro.
-Provisiones- anuncio indiferentemente- ya sabes, para más adelante del viaje.-
-Pareciera que tienes un destino en mente- dijo Zagra mientras escupía un trozo de carne dura lejos de sí.
-Lo tengo- aseguró Loen- mi pueblo natal, Arclentari.-
-¿Dónde demonios queda eso?- inquirió Thoras- es uno de esos pueblos perdidos de la mano del Creador, ¿no es así?-
-No- aseguró Loen- un pequeño pueblo minero y agrario cruzando las Cordilleras Afar.-
-Esas cordilleras están perdidas de la mano del Creador…-dijo Zagra.
Loen le lanzó una mirada asesina, pero sólo suspiró exasperado y soltó el zurrón.-
-¿De dónde sacaste todo eso?- inquirió Zagra.
-Estamos bastante cerca del camino del Rey, ¿sabes?- contestó Loen- sólo compré cosas a algunos comerciantes que pasaban.-
-Entonces, sigamos por el camino- sugirió Zagra- estoy empezando a cansarme de buscar caminos en medio de la negrura del bosque.-
-Hallo eso poco prudente, lobito- dijo Loen- necesitamos alejarnos del camino para que no nos hallen.-
-Concedido- dijo Zagra- pero aún así, me gustaría ver algo de luz antes de continuar el camino.-
-No ve por qué no- dijo Loen con una ancha sonrisa- pero debemos recoger aquí primero para no dejar huellas.-
-¿No crees que eso es un poco demasiado cuidadoso?- inquirió Zagra.
-Jamás se es demasiado cuidadoso, ni un poco- sentenció Loen.
La pareja de guerreros tomó todo lo útil del improvisado campamento y quemó el resto con cuidado; se acercaron un poco a la vereda para que Zagra pudiese aclararse los ojos. Al llegar al camino, desde las sombras, fueron testigo de un inminente robo a un par de jóvenes, mujer y hombre. Zagra se sonrió, el había hecho tales cosas en su juventud y las recordaba con algo de nostalgia; pero de inmediato notó que los asaltantes buscaban algo más que robar.
-Tenemos que ayudarlos- dijo Zagra.
-¿Por qué habríamos de hacerlo?- inquirió Loen- somos tan criminales como esos bandidos, no somos héroes, lobito.-
-No- dijo Zagra- pero somos seres humanos, y no se tú pero yo haré algo.-
-No puedo disuadirte, ¿o sí?- preguntó Loen.
-En absoluto- sentenció Zagra- si quieres, puedes ayudarme, yo veré que hacer de todos modos.-
Loen y Zagra se arrodillaron y avanzaron un corto trecho más; Loen enarboló sus mazos a la vez que Zagra desenvainaba su espada pero, justo cuando estaban listos para saltar y atacar, Zagra tuvo una idea.
-Momento- susurró a Loen- deberíamos tener algo así como un grito de guerra, ¿no lo crees?-
-¿A qué demonios te refieres?- demandó Loen- no estamos para historias románticas de héroes de leyenda, limítate a matar y ya.-
-Tranquilo, gatito- dijo Zagra- ya que somos pareja, necesitamos algo así que nos reconozca como tal.-
-¿Qué demonios sugieres?- inquirió Loen, frustrado.
Zagra meditó unos instantes y recordó su sueño.
-Con colmillos y garras- dijo al fin.
-¿Qué clase de grito de guerra es ése?- preguntó Loen- no me vas a tener gritando Con colmillos y garras, cada vez que saltemos sobre un enemigo- meditó unos segundos y dijo- cambiémoslo por algo como Por colmillos y Garras.-
Zagra sonrió- hecho- dijo.
Loen enarboló de nuevo sus mazos y saltó mucho antes de que Zagra tuviera oportunidad de ponerse en pie debido a su brazo lesionado. Zagra alcanzó a oír bastante claro el grito de guerra de su amigo, y el inquietante sonido de dos cráneos al ser aplastados por dos mazos.

Por colmillos y garras- se dijo Zagra- y en verdad que así será.

3 Comments:

Blogger Rodrigo said...

Un capítulo de relleno...que no sirve más que para reforzar la amistad entre el lobo y el león...que rara combinación. No hay más que seguir va bien, escribes bien pero te falta para ser como yo jajajaja. No, en realidad tenemos diferentes percepciones por eso nuestra escritura es muy diferente y eso me agrada pues no veo lo mismo en lo que yo escribo y en lo que tu...eso lo hace interesante. Sigue así.

Tu amigo y hermano,

Rodrigo

6:28 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

Que puedo decir, no soy escritor, simplemente me gusta vivir las historias, aunque para relatar nuestra vida en una historia se necesitan muchísimos capítulos mas, vas bien (si necesitas meterls alma a los personajes me avisas).

Tu Hermano
Leo,Luz,Loen,Len

PD: consigueme un gladius.

7:01 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

jajaja sta bn cagado el final...me gusto aunke staba largo :S pero no importa espero ya sakes al manakette osease a mi jajaja:) bueno t dejo k sigas escribiendo pekeño dan brown ... tk zalmis

5:47 p.m.  

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